domingo, 30 de noviembre de 2008

EDUCACION Y MODA

EDUCACION Y MODA

Reza un conocido refrán “lo que esta a la moda no incomoda”. Y sobre todo, a quienes se benefician ya económicas como por las oportunidades que estas brindan de justificar las irresponsabilidades. A esto se debe la sucesión de unas modas por otras y la proliferación de expertos –“individuos contranatura”- que imponen ya más que estilo de vestir… se constituyen en núcleos de presión social; imponen y ridiculizan por los medios de comunicación social a su disposición.

La escuela dominicana en su población, sobre todo en los educandos, es víctimas de las modas. Recibe los embates de muchas de estas costumbres pasajeras que la mayoría de las veces contravienen con las buenas costumbres y los objetivos de la cultura y la educación que se quiere llevar a los jóvenes. Luchas tenaces, días tras días, se tienen que librar para evitar que los centros sean pabellones de exhibiciones, donde se valora y atiende más a lo que trae puesto o la actitud de un “borreguito” que las explicación que se pueda ofrecer de cualquier materia.

Tremenda se torna la lucha con individuos perteneciente al sistema educativo, que son apáticos o colaboracionista, que no ven más allá de sus narices, con esas modas que denigran la dignidad humana. Vea a muchos contemporizar con estudiantes que llegan a los centros sin peinar; con partes del cuerpo deliberadamente pronunciada o insinuosamente descubierta; con expresiones y acciones que aun son vedadas en público.

Hacia adentro de la escuela, vemos a muchos padres que participan comprando o motivando la utilización, cuando no de espalda a lo que hay detrás de las modas. ¡Total, cada generación debe vivir su realidad! Olvidan estos sus compromisos familiares y sociales. ¡Es más fácil no hacer resistencias y seguir la corriente! La vida de hoy con todas las preocupaciones individuales no se puede complicar asumiéndola al pie de las letras. Como “no se van a matar por nadie”, prefieren que sus responsabilidades los asuman otros; los profesores. Cuando se presentan las dificultades que hay que responder, reflejan sus culpas en esos otros. Por tanto viven felices.

Hay expresiones que caracterizan y definen épocas, a generaciones y las actitudes de estas ante la vida. La filosofía de vida de estas generaciones se expresa a través de “na e na”, “no se meta en mi vida”, “eso no da cuarto”. Estas y otras expresiones señalan el nivel de individualismo, desintegración familiar en que nos desenvolvemos, y el nivel de valoración que damos a los otros. Esto se manifiesta en las aulas con múltiples conflictos, los cuales degeneran regularmente en dificultades que muchas veces la escuela no puede resolver.

El desconocimiento de buena parte de los elementos que forman nuestra cultura, crea condiciones propicias para estas modas. Esto deja un vacío que permite, en buena parte, a nuestra juventud y población escolar aceptar sin más, las modas que llegan. Pregunte sobre las condiciones que favorecen la utilización, cada vez más creciente, de estimulantes sexuales o el cuidado detallista de la apariencia física por los jóvenes. Como moda, además de las indefiniciones sexuales que genera, crea mucha homosexualidad y bisexualidad. El culto al cuerpo perturba los cerebros más débiles de aquellos muchachos ya afectados por la falta de padres divorciados o donde cada uno de estos esta por su lado.

De las modas que de forma más directa hoy influyen en el proceso educativo están: la que inclina a los varones por el béisbol, por los millones en dólares que proyecta; los atractivos del inframundo de la venta y distribución de las drogas; en las niñas, la búsqueda de una relación con un individuo posicionado (“un viejevo”), que les cubra sus necesidades económicas. En muchas casas, los padres son partícipes de estas situaciones y la prefieren a la escuela. Serias indisposiciones presenta el alumnado que esta en las garras de estas modas.

Un cambio de la situación imperante exige que se retome el rol de la escuela. La verdad es que esta, debe manifestar su presencia en las comunidades de las cuales son sus alumnos a través de estos, dictando como deben ser las cosas. Seria interesante exigir en los centros educativos cartas que deban venir de las iglesias, juntas de vecinos y clube de los barrios que certifiquen la buena conducta de los postulantes a inscribirse en tal o cual escuela. Debemos trabajar y el influjo de esas modas que frenan el desarrollo tanto psicológico como del conocimiento de nuestra juventud, debemos ponerle coto.

Gerson

lunes, 3 de noviembre de 2008

LA ESCUELA Y LA FAMILIA

LA ESCUELA Y LA FAMILIA


Educar nunca fue tarea fácil. Por eso, desde siempre, esta fue prerrogativa, en las distintas sociedades, de los individuos mejor dotados; los más preparados. Aunque con las mejores cualidades, estos nunca fueron abandonados con los hijos de la comunidad; más bien gozaron del aprecio, apoyo, el respeto y la consideración de todos en la ardua labor que se le encomendaba.

Las cosas han cambiado y en la escuela de nuestra República Dominicana el educador es tratado por muchos padres, tutores y notables como el más bajo de sus sirvientes. Al pagar “sus cuartos” por la educación de sus vástagos, se consideran con derecho a ofender e inclusive a agredir físicamente a los educadores de sus hijos. La frase manida del estudiantado irresponsable “se la cogió conmigo”, provoca muchas incomodidades en el seno del magisterio. ¡Parecería que el derecho del alumno, herramienta creada para hacer más humana la relación con él, se convirtiera en un instrumento para dañar!

Sin necesidad de usar lupa, brotan ante los ojos del más insulso el divorcio de los objetivos de padres y escuela. Los muchachos aceleran este. Los padres quieren deshacerse de sus hijos. Por esto buscan la forma de tenerlo lo más lejos posible. En muchas ocasiones, en vacaciones, después de maldecirlos, les expresan el deseo de que se abran las clases para salir de ellos. ¡Imagínese usted…cuanto disfrutó el maestro!

Las experiencias del manejo de los conflictos de sus padres a su favor, por parte del los alumnos, donde papá y mamá luchan por imponer su supremacía en la familia, las traen a las aulas. Estudian las debilidades de los profesores y autoridades, se hacen las víctimas, organizan intrigas, se confunden entre masa de otros sinvergüenzas, traen a sus padres a los centros desinformados y los hacen pasar vergüenza. Todo siempre en busca de contrarrestar las exigencias que envuelve estudiar. Muchos padres lo saben, y se prestan al juego porque les favorece.

Con frecuencia sentimos y pensamos que nuestros alumnos son huérfanos. El descuido en la higiene y las expresiones orales y corporales de estos, así lo señalan. La curtiembre y los uniformes sucios a comienzo de semana, la no realización de las tareas, la muestra más que fehaciente en la falta, por semana, de peine por la cabeza, nos llevan a interrogarnos sobre, ¿Dónde están los padres cuando estos salen para la escuela? Hemos notado que los alumnos que dan mayores dificultades en el proceso educativo y que sus progenitores brillan por su ausencia, al final, cuando se presentan resultado, estos últimos se convierten en los lobitas y corruptores más eficientes, los jueces más duros y los mejores padres. ¡Qué casualidad ¡

Viviendo en un país pobre, nos damos lujos que no se dan los ricos. Jugamos con el futuro. La educación de las jóvenes generaciones la hemos licenciado. La informal en su modalidad hogareña, la hemos dejado en manos de los hijos, bajo la excusa de criar personas independientes. Las modalidades comunitaria y social en manos de las calles y la televisión, con gente que ha hecho de su modo de vida la maledicencia, enseña, promueve y vende la falta de escrúpulos y pudor; el sexo irresponsable y la falta de identidad sexual; el desamor; el individualismo; la gozadera alocada y las formas de hacerse ricos “por encima de la cabeza de quien sea”. La formal, en los centros educativos, exige no repitencia; calificaciones mínimas que se ajustan a la aprobación de las materias; la reducción hasta la eliminación de las tareas hogareñas; etc. En centros de formación técnica particulares, la aprobación de los cursos, por el simple pago de las cuotas regulares.

La construcción de un futuro mejor, hasta el momento, solo es posible vislumbrarlo a través de la educación. Redefinamos el rol de la escuela y creemos las condiciones para su participación en el alcance de los objetivos nacionales. Dejemos de actuar tras bastidores y definamos una política nacional de los conocimientos, las competencias y las actitudes que deben poseer los estudiantes de cada grado. Evaluemos, premiemos y demos la oportunidad de calificarse a los maestros por el rendimiento de sus alumnos. Acerquemos las labores escolares a la preservación del mobiliario del plantel, la limpieza y conservación del entorno escolar y a la participación del alumnado en este. Fomentemos la participación activa y diligente de las asociaciones de empresarios locales en la elevación del nivel educativo de las escuelas.


Gerson